viernes, 11 de septiembre de 2009

Ya están pisando nuestros pies... una tremenda constatación.

La emoción de llegar y ver de pronto la ciudad amurallada, que para las tres religiones reveladas es el centro del mundo, se vio opacada de entrada por un muro. No el de los lamentos, sino el que separa la vida israelí de la palestina. 

Creo que nos resulta realmente muy lejano este conflicto. Pero basten algunos datos como para recordar que de tanto en tanto estalla un conflicto armado, un atentado por esta injusticia reclamada por todos a Israel: el de las tierras palestinas. De donde tendrían que haber surgido dos estados, surgió uno sólo. Y no fueron suficientes los muchos acuerdos de paz y de distribución de tierras. Hoy Israel sigue invadiendo el territorio palestino y edificando ciudades hebreas casi amuralladas, con miles de personas. 
Es la otra cara del lamento constante por el holocausto. Tan triste como injusto. De estos contrastes, Jerusalén esta llena. 

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