viernes, 11 de septiembre de 2009

Misa en el Mar de Tiberíades

Antes de llegar a Jerusalén, pasamos por Tabga. Desde los primeros siglos, al borde del Mar de Tiberíades, se yergue una iglesia que recuerda el milagro de la multiplicación de los panes.  Un convento de benedictinos alemanes custodia este lugar maravilloso, donde se encontraron mosaicos de influencia egipcia, de los primeros tiempos del cristianismo.

Dibujos copiados hasta el hartazgo en gorros, banderas, vinchas, tazas, platitos, casullas, fuentes, etc, pero en su versión original. El pavo real, signo de la inmortalidad, en este lugar desde hace más de 17 siglos.


Aquí hicimos un retiro mínimo, dejándonos ganar por la abundancia de la gracia, que multiplica nuestra estrechez entregada hasta alimentar a todos. Como corresponde al lugar, cerramos con una misa, con el mar de Galilea de fondo.

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