viernes, 11 de septiembre de 2009

La escalera del escándalo

Noche mediante en el hotel hebreo y luego de un  desayuno abundante pero kosher (puro según las normas judías de la alimentación: nada de cerdo, fiambres derivados, por ejemplo...), enfilamos para lo que nuestra fe considera el centro de Jerusalén: el santo sepulcro. 

Recorrimos casi las mismas calles que pocas horas antes de camino al muro de los lamentos, y tuvimos una introducción en el "atrio" de la iglesia, que nos puso al tanto de cómo era la situación ecuménica (entre cristianos) de gestión de nuestro lugar más sagrado. Escandalosa. 

Hoy el Santo Sepulcro es "propiedad" de los ortodoxos, pero también es atendida por franciscanos (latinos en la jerga), hay armenios y además, coptos. La llave, la tiene una familia musulmana desde hace siglos. Y cada tanto, estallan dentro del templo discusiones entre clérigos que llegan fácilmente a las manos. Esta hostilidad se respira ni bien se entra. 

Parece que toda la vida fue así. Signo de este desentendimiento crónico es una escalera que se encuentra en la fachada principal, desde hace unos ... tres siglos aproximadamente. Tal fue la pelea por el predominio, que en ese entonces declararon un Status Quo. Todo debía permanecer exactamente como estaba hasta ese momento. Así las cosas, la escalera  que estaba ocasionalmente puesta para algún arreglo pasajero quedó fija en la fachada, y hoy es parte del paisaje. Todo un ícono de la incomunicación entre cristianos, de la inmovilidad eclesial ante los desafíos de nuestro tiempo, de los frutos del no diálogo en cualquier ámbito, pero especialmente en el religioso. Lo que sirve para ascender, acá es un fósil víctima de la voluntad de poder. Así no llegamos a ningún lado...

Esto mismo se vive adentro. Un templo de origen constantiniano (construido sobre restos de un templo pagano que se fijó para distraer la atención al primigenio lugar de culto de los protocristianos) pero de actual matriz cruzada. Lejos de ser uniforme, tiene mil vericuetos y capillas, con una "edícola" de líneas rusas que encierra el antiquísimo santo sepulcro, que contrasta con el estilo cruzado.  El humor de los que controlan es de perros. Cada uno con su atuendo típico, propio de una National Geographic, ordena de mal modo el afluir constante de turistas, creyentes o simples curiosos  que se agolpan para ver la mayor atracción arqueológica del cristianismo: el lugar de la resurrección.  Así nuestra mayor reliquia, está envuelta en el manto de la concordia forzada y frágil... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario